lunes, 10 de diciembre de 2007

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Y me dirás, “¿cambiarte? Si ni siquiera te elegí, en primer término” ; es verdad, soy conciente de ello. Pero también es cierto que fuiste absorbiendo (conciente o inconscientemente) todo el aire que tenía en derredor, hasta no poder respirar más que tu piel. Te fuiste metiendo en mis espacios, en mis pensamientos, hasta que ya no podía dejar de soñarte. Me vendiste tan bien: el hombre comprensivo, el compañero, el amigo. Las cosas se enredaron demasiado y me apartaste bruscamente. Creí que se derrumbaba mi mundo, me sentí enamorada de vos: por tu sonrisa, tu capacidad de contener, tu “siempre estar ahí”. Pero, de pronto, me di cuenta que eso era una ilusión, me había equivocado. Era tanta mi necesidad de contener, de amar, de sentir, que me creí enamorada del primero que me daba un poco de si. Y reconocé que vos también estuviste confundido mucho tiempo al respecto; lo que nunca sabré es si decidiste que no me amabas por comodidad y para evitar descalabros mayores, o si realmente no sentías eso por mí. A veces la mente nos juega bromas, y nos alborota las emociones hasta hacerlas irreconocibles.Yo decidí que estaba enamorada del amor, del hecho de estar enamorada, de entregarme a alguien de una forma casi de cuentos, entre poesias y paseos por el parque; entre mimos y susurros, entre besos contenidos hasta el derrumbe absoluto de la razón.-

1 comentario:

Aíta dijo...

Mirá... Uno nunca se enamora del amor... Jamás!!!
Eso se usa para decir que estás sola jejeje...
Y está bueno el texto!!!

Es una gran confusión... Parece la vida amorosa de más de uno jiji...

Besotes!!!

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